SER ecuánime

 Hoy tuve un día movido pero tranquilo. Mejor dicho, el dia estuvo movido, pero yo estuve tranquila.

Ayer fue un día movido y agitado, pero me descubrí involuntariamente tranquila: me chocó un auto andando yo en bicicleta.

No me pasó nada, nada nada. Sólo la bici quedó con su rueda delantera inutilizada.
Siempre conduciendo a velocidad dominguera, frenando, mirando panoramicamente y cruzando por las esquinas, ya habia yo atravesado facilmente la avenida con todo el transito detenido por semaforo , cuando me disponia confiada a cruzar la calle transversal, habiendo controlado por acto reflejo que no viniera nadie a una cuadra de distancia.
Pero esos cien metros no bastaron como precaucion, porque acelerando directamente hacia la esquina por la calle que yo cruzaba, aparecio sin que mi vista lograra captarlo a tiempo, a toda velocidad, un auto concentrado en cortar rapidamente la avenida por esa transversal, antes que el transito reanudara su marcha.

Yo ya estaba atravesando la mitad del asfalto quedando a solo tres metros de tocar el cordon de llegada de esa esquina, cuando como por arte de magia se me materializa un Citroen C4 Lounge gris practicamente encima de mi lado derecho, a toda marcha. Calculo que el auto vedria a unos 50 o 60 km x hora por esa esquina sin frenar en absoluto y sin tocar bocina.
Mi primer reflejo logicamante fue frenar y asi lo hice, aunque ya vislumbraba con total conciencia que, por las distancias y la velocidad del conductor, sería inutil. El auto veia demasiado rapido para ser una esquina y permitirme pasar, pero no lo suficiente como para retrasar mi llegada hasta la trompa de su vehiculo.

Entonces, frente a lo inminentemente inevitable, y en total oposicion mi historica personalidad, carácter y naturaleza... simplemente me entregué al proceso y colaboré pacifica y cautelosamente con mi parte de la performance en juego, que combinada con las fuerzas de movimiento, inercia y gravedad, ofrecieron una inesperada atracción pseudoacrobatica para la enorme cantidad de conductores que todavia permanecian aburridos e impacientes, en fila sobre el transito de la avenida.

Lo que fue extrañisimo, fue que en ningun momento me altere, asusté, ni enoje, ni reaccioné fuera de mi centro. Una calma inusitada en mi. Como si fuera una situacion familiar. Una confianza infinita me contuvo durante todo el incidente y mágicamente después (y hasta ahora) también.
Me sostuvo una certeza profunda que no pasaba nada grave. Tanto fue así, que en ningun momento tuve miedo de nada. Ni de morir, ni perder salud, ni perder la bici. Simplemente viví el choque como en cámara lenta sin sonido, mientras aceptaba risueñamente con cierta inocente curiosidad, todo lo que iba sucediendo cuadro tras cuadro en esa pelicula, que por momentos me parecia trajicomica.
Todo el transito de la avenida frenada de vehiculos por el semáforo, se convirtito en platea privilegiada de la escena. Incluso desde una camioneta, un conocido mio asomó solidariamente su cabeza por la ventanilla para preguntarme si estaba yo bien (!) A lo que pausadamente, pero un tanto avergonzada por la exposicion publica, le transmití con total neutralidad y objetividad, que yo si estaba bien. Pero la bici estaba rota.
Asi es que cuando terminó de ocurrir el choque y verificar rapidamente que estaba fisicamente bien, simplemente me sacudí el polvo, me levanté dignamente del asfalto, acomode todas las cosas desparramadas del canasto de la bici en una bolsa, me la colgué de un hombro y relajada le dije al conductor del auto chocador (que seguia palido y bloqueado lo cual alimentaba mi tentación de risa), si me llevaba hasta la bicicleteria.🤗🙏

El desafio por delante sera verificar si en los próximos "choques" cotidianos que nos traerá la vida, seguirá presente esta inédita ecuanimidad en medio de una situación que habitualmente consideramos traumática, o si continuaremos con la inercia histórica de colisionar dramáticamente ante cada obstáculo existencial.





Entradas populares